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Across Andes 2022 x The Good

publicado por All4Bikers A4B el
Across Andes 2022 x The Good

Tomás Baeza, como todos lo conocen @thegoodcl se une a nuestra #ComunidadA4B.

Tomás logró completar 1000 kms en la pasada edición de Across Andes con muchas anécdotas para recordar y nos relata como transcurrieron los días de carrera uno a uno.

Día 1 | C A L A M B R E S

350 kms
+ 6.000 de ascenso

6 am y partía la carrera, un año preparando este momento, ansiedad, motivación y energía de sobra para enfrentar este desafío una vez más. Prácticamente mismo circuito, pero nada me hacía pensar que sería una carrera tan diferente.

Pasaban los 10 kilómetros neutralizados y la carrera estaba lanzada, mi cabeza clara y con un objetivo, cuidar las piernas sobre todo en la primera subida que estaba para confundirse y cometer errores, ir fuera del ritmo y pagar más adelante. Con la cabeza pegada en los números subí cómodo y obediente, como tenía que hacerlo, con paciencia pues quedaba mucho por recorrer.

Una vez que pasaba esa primera subida llegábamos a Icalma en donde ya empezaba el Gravel rodador del primer día, mucha tierra, mucho sol, muchos corredores y lo importante la motivación por la nubes, algo de calor pero el primer mini objetivo era llegar a Lonquimay, lugar de abastecimiento, agua y algunos snacks para en teoría ir hasta el Cp1.

En ese momento empezó la pesadilla del calor, la cuesta Las Raíces prácticamente ardía, nunca había sentido algo así, sentía que el calor me aplastaba el cuello y claramente iba transpirando mucho, aplicado con la comida y el líquido, subí bien, cómodo y como tenía que subir, cuidando las rodillas y las zonas.

Una vez coronada la cuesta era momento de bajar hacia Malalcahuello y dirigirnos hacia el Parque Nacional Conguillio, para luego el Cp1. En camino, el calor se volvía insoportable, buscaba cada sombra para un respiro, paré cada vez que pude a rellenar el agua, kioskos, riachuelos, rios o lo que fuera. En el escorial estaba el señor de los helados, mismo personaje del año anterior, "uno de piña le dije" para refrescar el alma, el me comentó que los punteros del año anterior Canuto Errazuriz y Andrés Tagle iban cuartos esta vez, muy instruido de la carrera nos entregó una micro felicidad dentro del infierno de calor.

Unos kilómetros adelante empezaría mi pesadilla, hora 9 y mis piernas colapsaban en calambres, sin dejarme pedalear, ni caminar, no me podía parar, tenía que hacer una especie de equilibrio entre la bici y el suelo.

Esto siguió por horas, lograba caminar a ratos y subirme a la bici cuando no había que cargar con fuerza, pero volvían y volvían los calambres, dolorosos como nunca los había sentido, me frustré porque no avanzaba, no podía pedalear, a ratos no podía caminar, me dolía mucho y traté de defenderme como podía. La moral y la cabeza estaban por el suelo, me parecía injusto, no sabía si podría continuar, luego ganas de vomitar y así sumaba y sumaba problemas. Avancé como pude y logré llegar a la última bajada, no sin antes colapsar un par de veces más, no me quedaba agua y apareció Renzo Corsini y Joaquín Campodónico, quienes verdaderamente me salvaron de algo peor, me rellenaron la botella de jugo, sin eso la verdad no sé si hubiese logrado seguir. Era tal el nivel de los calambres que tuve que bajar la última bajada de tierra con las piernas colgando pues no podía hacer ninguna carga, varios autos pararon para llevarme, como me habré visto jajajajaajaja. Logré llegar al camino de cemento a Cunco, luego de calambres en las piernas, abdominales y cuello, brutal. Última parada en un kiosko en el camino para agua, jugo, comida, buscando señales de resurrección.

Finalmente logré llegar al Cp1, fuera de mi plan completamente, perdiendo más de 3 horas y con la moral por el suelo, no sabía si seguir, si dormir o que hacer para recuperarme, creo que la cabeza es la que más sufrió, me sacó de foco y abrió la opción de retirarme, nunca me había sentido tan mal arriba de la bici. En ese momento decidí tomarme con calma y ver la forma de dar vuelta la situación, llamé a mi entrenador Carlos Cardemil y me dice "lo que tienes que hacer ahora es seguir pedaleando porque si no te empezarán los dolores en las piernas". No era lo que quería escuchar, pero era lo que había que hacer, habíamos preparado esto todo un año y no lo íbamos a botar, así como así. Así que agarre la bici, me equipé para la noche y partí, al menos no habría calor y avanzaría contra quedarme durmiendo.

Ya otra vez arriba de la bici los calambres no se irían sin dejar secuelas, por más que la cabeza iba bien, avanzando a medida que subíamos la piernas no respondían como quería, dolían y claramente el cuerpo estaba resentido con el azote hasta el cp1, el calor, la deshidratación me hacían ir lento, pensé en devolverme a descansar, pero era mejor avanzar, buscar coronar la subida y empezar otro nuevo capítulo. Así llegué a Riegorril, donde habían opciones de alojamiento y podría renovarme. No encontré alojamiento y busqué un paradero para acostarme, descansar un poco y seguir avanzando. Alarma en 20 minutos y estaba acostado en el suelo de un paradero para renovarme y seguir.

Así terminaban las primeras 24 horas de AA22.

 D í A 2 | T R A N S I C I Ó N

300 kms
3.500 mts de ascenso

15 minutos en un paradero fueron suficientes para despertar renovado, medio mareado pero lúcido, me sentí listo para partir, había que bajar de Riegorril a Curarrehue y luego a Pucón. 

Aún era de noche y se venía el amanecer, uno de los mayores regalos de la carrera es ver el cielo cambiar de color, una buena distracción mientras avanzamos. Con mejores piernas llegaba a Curarrehue, buenas piernas mala cara al parecer, a un costado de la calle aparecía @la_maritaepb para darme ánimo, después me comentó que me veía bastante a mal traer. Tiempo de parar por agua y partir a Punco. Por más que en el papel parezca un tramo fácil y de bajada, por segunda vez me confirmó que hay que respetarlo.

Ya de día, la cabeza seguía pegada en los calambres del día 1, ese fantasma de bajarse de la carrera no se iba y seguía en mi cabeza, pero claramente no nos íbamos a rendir, a la meta llegaríamos como sea. En Pucón, tiempo de resetear una vez más, venia cansado, necesitaba comer y tomar un café o dos, me comí un par de sopas, zanahoria y zapallo, unas tostadas con palta, la mismísima felicidad en una mesa.

Nos volvemos a subir la bici, no sin antes conseguir sales re-hidratantes para reponernos de la deshidratación del día 1, compro comida, relleno el agua y vamos al cp2 a cumplir otro de los mini objetivos. A modo de anécdota, en ese momento venía escuchando un libro, "como agua para chocolates" de Laura Esquivel, un clásico escolar que me mantuvo entretenido todo este tramo. Tramo mixto entre cemento y gravel, lo curioso y creo que parte de este tipo de carreras, es que disfruté más la tierra que el cemento ese día, me entretuvo más y sin duda me sentía más rápido sobre la tierra que el cemento.

Pasada por el Lago Calafquen, en donde ver agua siempre ayuda, incluso da para parar y refrescarse, asi lo hice en un río pasado Coñaripe, agua en la cara para enfrentar la subida hacia Neltume, una cuesta de cemento del terror, el calor hacia lo suyo, si bien menos que el día anterior, me iba cuidando con mucho líquido y sales cada cierto rato, no estaba para otra deshidratación. Ya bajando la cuesta empezaban los repechos gigantes antes de enfrentar el tramo de tierra para llegar al camino de Neltume, lo pasamos bien, a ritmo, escuchando buena música y bordeando el Lago Neltume ya estábamos subiendo a coronar el PC2.

Llegar a un CP es como una renovación, un reseteo, es como nacer de nuevo jajajaja, nunca tanto pero siempre hay una sonrisa esperando, unas palabras de aliento o contención. Se sabe que uno no llega en su mejor estado, pero pucha que hace bien. CP2 check y el plan es claro, power nap y partir a CP3, plan ambicioso, pero vamos convencidos, hay piernas y hay ganas.

Saliendo decido pasar a Neltume a abastecerme, pues a Panguipulli llegaría tarde y tal vez no encontraría nada abierto salvo la Copec. Entro a un kiosko decidido a prepararme unos sandwichs y comprar galletas, tratando de mantener la dieta vegana, no encuentro alternativa y me la juego por una mayonesa normal, tomate y palta, me demoro mucho más de lo que esperaba y finalmente salgo a Panguipulli. Este camino es engañoso, parece un tramo rápido, pero es muy sinuoso, sube y baja, sube y baja, hay un par de subidas largas, se deja llevar pero son 60 kms, no menor pero con la motivación de un cafecito y volver al gravel, lo que nos gusta!

Instalado en la Copec tomando café y comiendo llegamos al momento de olvidarnos un poco de las restricciones y variar los sabores de la comida, me mando unas ramitas que las disfruté como cabro chico. Mientras como y tomo café, me preparo para salir, me abrigo y me equipo para la noche, sabía lo que venía y no estaba fácil, 45 kms de gravel y una larga noche por delante.

Cargado de agua y comida estábamos en ruta, buena música, un par de podcast y agarrábamos buen ritmo, rodábamos bien en la tierra pero empezaba a aparecer el sueño, potente, se me cerraban los ojos, bostezaba fuerte y decido tomarme las pastillas de guaraná, para mi mala suerte creo que me demoré mucho y tuve que parar a dormir, busqué un espacio libre de plantas y me eché a dormir en el suelo.

15 minutos de power nap y terminar el tramo de gravel para encarar el cemento, cruzar la 5 sur, pasar por Máfil y seguir camino al CP3. Les contaré una infidencia, saliendo de Panguipulli, escuché un audio de Migue Diaz, decía que había dormido en Panguipulli y se escuchaba pedaleando, según mis cálculos mentales, que a esa hora en ese momento y con lo cansado que iba, podían ser cualquier cosa, Migue no estaba lejos, me sentía bien asi que pensaba que lo podía alcanzar. Esto sin mirar el mapa, a puras sensaciones, sin poder hablar por teléfono pedaleando y disfrutando de música y podcast. El audio libro ya lo había terminado.

Logré salir al cemento y fue mi primer encuentro con las alucinaciones de este @acrossandes cada luz que se veía, que fuesen diferentes a las de la calle, eran ciclistas para mi, incluso me tocó ver unas rojas parpadeantes, de bicicleta en mi cabeza hasta que llegaba al lugar y eran de una casa, de algún arreglo de la calle u otro. Según yo eran Migue todas estas luces, nunca lo fueron y nunca pude verlo, pero de todas maneras fue una entretención y un desafío pensarlo.

DÍA 3  |  E L  O S O

350 kms
5.000 mts de ascenso

Amanece bordeando el Calle Calle, ya conocía esta parte. Dormí unos 15 minutos en un paradero porque venía cansado, la pasada de la noche pasaba la cuenta, me despertó un perro que me olía y se asustó cuando me paré rápidamente asustado, no paró de ladrar y me volví a subir a la bici. Seguimos avanzando hacia “quita calzón” que el año anterior había sido un buen lugar de abastecimiento y descanso, esta vez venía más temprano así que cuando pasé estaba todo cerrado así que seguí de largo hasta el cruce en donde ya me perfilaba hacia San José de la Mariquina, venía bien y me sentía bastante bien, sin dolor de rodillas, ni espalda. Venía una subida, no era larga, tampoco tan dura por lo que recordaba y subimos bien, en ese punto volví a conectar con Diego Ortiz y Giorgio Natero, habían dormido un rato y dije “esta es la mía” así no sigo andando sólo. Bueno hicimos la subida juntos, nos pusimos al día, me contaron como iban, lo que había pasado y como encararían el final. Bajamos hacia el rectón a Mariquina y sería todo para mi, no venía tan fresco de piernas como ellos y claramente ellos trabajaban como dupla contra el viento y no lo podía hacer. Así que los dejé ir lentamente y encaré este camino, son como 30 kilómetros de una muy mala berma, autos, camiones, buses, etc.

Parada en Mariquina y a seguir a Mehuin, luego cruzar el puente y a bordear la playa. Conversando con el Andrew me escribe y dice, “todos dicen que la arena es eterna y son 300 metros no más”, y es verdad, se sienten como kilómetros con todas las horas que van en el cuerpo.

Llego finalmente al PC 3 y ahí están los Gravel Bio Bio, la Andrea y Kuki que te reciben con los brazos abiertos, te graban, te aplauden, te saludan, te abrazan, te conversan y te sacan un rato de la carrera, te ofrecen de todo y recuerdo que tengo un chocolate vegano que viene conmigo desde Pucón, me lo regaló Diego Achondo, amigo de la vida que trabaja en un café en donde tomé desayuno. Ellos son pro vegan entonces compartimos un pedacito, paso al baño, a esta altura un clásico de los PCS jajaja y me voy, queda carrera aún, unos 200 kilómetros más o menos.

Unos 200 kilómetros más para terminar esta versión del Across Andes. Paro en Nueva Toltén a abastecerme, pues si bien llegaría de día a Lastarria, un bajón de agua o hambre a esta altura puede ser fatal. Unos pancitos, plátano, compotas e hipoglós, que me costó encontrar y ya se me había acabado la crema, lo cual estaba generando incomodidades al pedalear y era ahora o nunca, eso me obligó a hacer algunas paradas adicionales hasta que conseguí… menos mal.

Antes de empezar la cuesta Lastarría me eché al borde del camino para unos 10 minutos de sueño, venía pestañeando y había que estar con la cabeza full para la cuesta. Me despierto y parto al infierno de los camiones de la cuesta Lastarria, fue realmente una locura, camiones subiendo y bajando, muy rápido, me veían encima y chantaban, de verdad empecé a tener susto de que podría llegar a pasar, asi que cada vez que escuchaba un camión me salía del camino y esperaba a que pasara, claramente esto lo hice muchísimas veces, lo que me sacaba de ritmo y era como partir de cero, pero no me iba a arriesgar. El año anterior subí obscureciendo, con un atardecer inolvidable y sin camiones, este año era full de día y logramos sobrevivir a la locura de los camiones, llegué a Lastarria y entré en un kiosko, ahí la señora que atendía me regaloneó infinito, preparamos unas “maruchans” con caldo de verdura que volvieron el alma al cuerpo, me comí dos de esas antes de partir a cerrar la carrera, según yo.

Rápidamente pasó Gorbea y decido sacarme la parka, ahí perdí mis anteojos que quien sabe los dejé al sacarme la parka, la guardo y empieza la maravillosa y única sexta faja, en mi cabeza este año sería más plana y le ganaría, así partí y la verdad comparado al año anterior iba mucho mejor, incluso con el vuelo de las bajadas hacía los repechos gigantes, no caminé como el año anterior en la subida larga y había luz entonces era una experiencia completamente diferente hasta que empezó el atardecer, si bien las mejor fotos son de ese momento debo decir que una vez que cayó la noche empezó la pesadilla más loca que he tenido arriba de la bici y no precisamente de piernas, más bien de cabeza.

En ese momento en que la luz se fue, todos los árboles se transformaron en dinosaurios gigantes o perros, cada luz era algo diferente, mucho más que una luz, personas por todos lados que no eran, la verdad estaba bien consciente de lo que me pasaba y por qué, pero me sorprendía de que nada era un árbol, todo era otra cosa, como entrar en un mundo paralelo en la noche, así e pasé todo el tiempo luchando contra eso, debía llegar a Villarrica, tomarme un café gigante y partir a meta, quedaban piernas pero la noche empezó a decir lo contrario, empecé a ir lento, no se acaba el camino, esta vez no había tierra para llegar a Villarrica, sólo cemento, revisaba el mapa, no entendía mucho, quedaba poco pero mucho, ni idea en que estaba la carrera, yo estaba en mi propia pelea contra mi cabeza. Logro conectar el camino que me llevaría a Villarrica y me topó con una berma enana, o eso es lo que recuerdo, mucho sueño, me quedaba dormido andando, incluso me caí hacia la tierra un par de veces, había mucho tráfico y me asusté por que si me iba para el otro lado me podía atropellar. Paró en un paradero, a.k.a Hotel, y trató de dormir pero pasaban tantos autos que no logré dormir, sigo y logro finalmente entrar a Villarrica.

Además de las alucinaciones de perros gigantes y dinosaurios por el poco sueño, que a esa altura sumaba una hora en tres días, mientras iba en el camino de berma chica empecé a experimentar una sensación de que esto lo estaba haciendo por alguien más, no por mí, que esto era una “pichanga” y no Across Andes, que yo ya había hecho esto una ves y no necesitaba demostrarle nada a nadie, pero sentía que había un grupo de personas que me presionaban para que lo hiciera. Esto me molestaba, yo sabía que alucinar es parte de la falta de sueño y el cansancio de estas carreras, pero más cansador es pelear contra lo que uno piensa y ve sin parar, esto me bajó el ánimo, me amargó y logré llegar a Villarrica y sentarme en un restaurant que estaba abierto a pensar sobre todo lo que me pasaba.

Eran las nueve de la noche, no tenía mucha hambre, pero había Capuccino con leche vegetal, lo que me entretuvo bastante rato. Igual comí, pero no fui capaz de comerme completa la hamburguesa, cosa rara en mí. Mi cabeza daba vueltas y vueltas en la “sensación”, pero a la vez me auto corregía diciéndome que no era real y que todo estaba bien, según yo estaba a 4 horas de la meta, dos subidas y listo.

Me logré enfocar y me mentalicé para armar un plan para cerrar la carrera, pues sentado no se iba a arreglar el tema, estaba tan cerca que ni pensé en dormir para seguir después, sabía que quedaban piernas y la íbamos a pelear. El tema era simple, eran dos subidas que las iba a enfrentar a tope, porque de esta manera mi cabeza se enfocaría en el sufrimiento de subir y dejaría de pensar en toda esta sensación.

Me tomé otro café y partí, avanzando, escuchando música, y tratando de que pasaran los kilómetros, el tema es que a los 30 minutos de haber salido la sensación no se iba y era peor, ahora tenía nombre y cara el que “iba conmigo” o por quien hacia todo esto. En ese momento decido dormir en un paradero para reponerme y seguir, lo que no sirvió de nada pues seguía igual.

Seguimos avanzando, llegué a la tierra y además de los perros gigantes, dinosaurios y otros, detrás de la luz de la bicicleta veía reflejos como de personas que hacían gestos con las manos, eso ya me empezó a cansar, porque además de todo lo que pasaba por mi cabeza además estaban estas manos que me molestaban bastante.

En un momento trato de desconcentrarme un poco y empiezo a mirar el entorno, en la obscuridad no veía mucho pero quería ver las estrellas, los colores o lo que pudiese con tal de no ver más esas manos y en un momento miro a mi derecha, veo una silueta y vuelvo a mirar, mientras pedaleo veo un “OSO”, uno grande, negro, con una cabeza gigante, todo su contorno brilla y me va acompañando, a mi ritmo, veo esto y me río sólo, digo al fin una alucinación buena, me alegro y no miro más, para mi estaría ahí toda la noche siguiéndome como un perro para que no estuviera sólo.

Dentro de toda la locura pasa esto, que me alegra por que la sensación de amargura no se me iba, seguía, y los gestos no se iban, cuando se me ocurre que si instalo y prendo la luz de la cabeza lograré eliminar el reflejo y desaparecerán las manos y esos reflejos molestosos.

Dicho y hecho, se fueron esos reflejos y ahora, junto al OSO, teníamos que terminar la subida para bajar y llegar a Cunco a cerrar la aventura. Le metí, le metí, hasta que mi cabeza no daba más, la sensación no se fue, el oso tampoco, sólo los reflejos pero había que terminar y pronto, no miré la hora, ni la app, ni nada, sólo quería avanzar, tratando de comer y tomar, que a esa altura era muy difícil. Logré pasar y llegar al lago Cólico, al camino de tierra para llegar al cemento y encarar a Cunco, pero tenía mucho sueño y decido buscar un lugar para dormir, los paraderos según yo, que son casitas para los basureros, no tenían banca, entonces no podía usarlos. Pero encontré un lugar con un perro que no paró de ladrar hasta que me fui, que, si lo pienso bien, imagínense llega un personaje echo papá, que huele quizás a que, con la cara hinchada y además viene con un oso gigante acompañándolo, claro que me iba a ladrar hasta que me fuera.

“Despierto” de la siesta, mínima y me llama mi mamá, tipo 4 de la mañana. Esta parte fue recreada con la información posterior a la carrera, pues según yo habíamos hablado dos segundos y le había dicho que iba bien, cansado, que quería llegar pronto. Pero la realidad fue que despotriqué contra todo el mundo, contra el personaje que iba conmigo o para quien hacía la pega, contra la carrera, contra la noche, contra todo, me contó después que me cortó porque la verdad no iba a nada nuestra conversación. Ya pedaleando se me acabó el agua y se me ocurrió tomar cafeína para despertar y poder llegar, sin agua fue bastante complicado hacerlo y asqueroso, no podía tragar.

Finalmente llego al cemento en donde sabía que todo ya iba a fluir, conocía el camino, sabía que era rápido y que más o menos debería ser poco tiempo, en ese momento dedico poner una música más motivante, pues seguía con la sensación, pero ya amanecía por lo tanto todo iba mejor, al menos no veía dinosaurios ni perros gigantes. Y pensé Ska-p era muy prendido, cuando chico lo escuchaba y hacía rodillo, grave error, la protesta y resentimiento eterno de ese grupo no fueron la mejor opción para el momento, me costó decidir cambiar, pero finalmente lo hice. Música más neutral para llegar a Cunco, al fin de día, al fin en Cunco y los últimos 30 kilómetros.
En ese momento aparece la camioneta Garmin, al fin caras conocidas, me río sólo y probablemente sin mucha coherencia les cuento de todo lo que había vivido en la noche, que vi un oso y varias cosas más, para mi todo normal pero seguro deben haber dicho, pobre cabro… Agarro ritmo para los últimos kms y me empiezo a sentir mal, en cunco todo estaba cerrado, no logré conseguir agua y ya me daba sed, me acordé que me había tomado la cafeína y me empecé a pasar rollos si eso me hacía bien o mal, que me iba a deshidratar o algo, en eso veo una señora entrando a su casa y le pido agua, me la dio en un vaso de schop gigante, casi al seco, con eso ya estaba recuperado y listo para el final.

En varios momentos pensé en que diría cuando llegara a la meta, no sé por qué lo pensaba, tal vez porque sólo quería dormir mucho y salir de la mala sensación, que seguía, venía mejor, pero tenía eso muy presente, y pensé en decir que es increíble como prácticamente la misma ruta te puede dar una historia completamente diferente.

En ese momento apareció la familia, la Lola, la Simona y la Cate, uno de los mejores momentos, en donde lo único que quieres es abrazar a todos, sin importar la carrera, pero no se podía, quedaba poco y había que llegar, pero verlas fue mágico, sentía que ya estaba tan cerca, en cosa de minutos me empecé a sentir pésimo, me dolía la guata, tenía ganas de vomitar, no tenía fuerza, medio mareado, realmente las horas me estaban pasando la cuenta, pero no podía parar, seguí como pude, muy lento e incluso en Melipeuco me bajó un sueño potente paré un segundo y me quedé dormido parado, en la mitad de la calle. Menos mal era temprano, quedaba 1 kilómetro y sentía que no podía avanzar, ya sólo pensaba en que se acabara y dormir, no quería nada más. Sólo una cama y dormir.


Finalmente aparecen Los Pioneros de Melipeuco y la meta, ya se había acabado, la tortura se terminaba y no sabía que pensar, no entendía nada pero al cruzar la meta, cuando la Simona y la Lola me abrazaron todo se ordenó, se había acabado, 1.000kms más al cuerpo, otro Across Andes al bolsillo, Andrés Tagle me gritaba que levantara los brazos pero no me daba para nada, Mariano Lopez grababa el live, pero no entendía mucho, me senté y empecé a recordar todo lo que pasó en la noche, una locura. Cuatro horas que fueron ocho finalmente y que me permitieron bajar el tiempo en más de 6 horas comparado a la versión anterior. Luego el Andrew y Claudio Olguín  me felicitaban y todo tenía sentido, la Pauli nos esperaba con su energía para recibirnos, la Cate Dallorso me abrazó tan fuerte que me hizo sentir que todo fue especial, que no estaba sólo, que esto es mucho más que hacer algo por uno mismo y que lo hago porque sé que puede motivar a otros a superarse, a ponerse objetivos y ver las cosas arriba de la bici como yo las veo.

Uno le puede dar mil vueltas a la carrera, que fue buena o mala, que esto o que lo otro, pero lo cierto es que se cumplió y que esta experiencia una vez más me sorprendió y encanto, el ultra te enamora y fuerte.
Agradecer a cada uno de los que siguió la carrera, los mensajes previos, durante y después, las llamadas, las felicitaciones, los abrazos y las sonrisas, es genial volver a ver a otros corredores y sonreír porque tuvimos eso en común, pasamos por donde mismo y sufrimos parecido.

Mil mil gracias a mi familia que me banca en todas, buenas, malas y más o menos, y bueno la familia tiene un nuevo integrante, el OSO 🐻.

Fotos por: Claudio Olguín, Nils Langer, Clemente Diaz, Relievo y Pablo Ramhias.

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